Dentro de las crónicas urbanas de Monterrey hay varias historias que destacan por su dramatismo y otros elementos que hacen que sean recordadas por miles de personas, una de ellas es la de “Hipólito”.
Se trata de Hipólito Rosas Villa (ponemos su nombre completo ya que éste se hizo público por los medios de comunicación cuando esta situación sucedió), quien el 12 de marzo de 2002 intentó quitarse la vida en un anuncio panorámico de la avenida Gonzalitos (a una cuadra de Constitución).
Hipólito, originario de Veracruz, subió a lo alto de ese anuncio desde poco antes de las 07:00 horas de ese día, con la intención de lanzarse al vacío.
En un primer momento no estaba claro el motivo de esta persona de 47 años de edad para querer atentar contra su vida, pero con el paso de los minutos se supo que tenía graves problemas económicos (estaban por quitarle su casa debido a una deuda) y que además el Consulado estadounidense no le había aprobado el trámite de su visa.
Varias personas se dieron cuenta de esto y dieron aviso a las autoridades. Pronto el lugar se llenó de curiosos, así como de policías, cuerpos de rescate y varios funcionarios públicos.
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Precisamente este fue uno de los aspectos que más llamó la atención: que un hecho tan delicado terminó por convertirse en un espectáculo (no lo decimos en tono de burla), pues además de la gran cantidad de gente alrededor del lugar, se dio una gran movilización y una intensa cobertura de parte de los medios de comunicación.
La vialidad en esa zona de Monterrey se colapsó y la situación se volvió un escándalo.
En el operativo participaron:
– 50 Policías del Estado participaron en el operativo
– 25 Elementos de la Policía Regia
– 34 Socorristas de la Cruz Verde y Protección Civil del Estado
– 12 Bomberos
– 10 Agentes de Tránsito
Se utilizaron:
– 15 Patrullas
– 9 Ambulancias y camionetas de rescate
– 3 Máquinas de bomberos
– 70 Colchones comerciales
– 2 Redes para transportar objetos en helicóptero
– 6 Rollos de esponja
– 1 Juego infantil inflable
Los intentos de negociación con Hipólito se prolongaron por horas.
Al lugar arribaron no solo paramédicos y bomberos, también funcionarios como Ninfa Delia Domínguez, presidenta de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos; Javier Suárez Tijerina, director de Averiguaciones Previas; Jorge Camacho, director de Protección Civil estatal; así como el Subsecretario y el director de Seguridad del Estado, Raúl Maldonado Tijerina y Javier Garza Morúa, todos ellos intentaron dialogar con el suicida y no pudieron convencerlo de dar marcha atrás a sus planes, pero no lo lograron.
Alejandro Cortés, sacerdote de la Ciudad de los Niños, también participó en las negociaciones con Hipólito y tampoco pudo convencerlo.
Un ciudadano también se acercó al lugar y a través de un altavoz le ofreció trabajo y tampoco funcionó.
Hubo incluso quien se acercó a ofrecerle una caguama, pero Hipólito tampoco accedió a bajar.
Mientras se realizaban las negociaciones, personal de rescate colocó inflables y colchones en la carpeta asfáltica para amortiguar la caída en caso de que el suicida se atreviera a lanzarse.
El ambiente entre los mirones era de expectación, temor, incluso hubo quienes tomaron las cosas con humor a pesar del momento de tensión.
Finalmente, 4 horas después, Bomberos de Nuevo León se acercaron a Hipólito a través de algunas escaleras y mediante algunas estrategias de distracción lograron tomarlo y rescatarlo justo cuando Hipólito se había decidido a saltar.
Ya al bajar fue trasladado a las instalaciones de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario, en donde se determinó que se encontraba bien físicamente y bien orientado, de igual forma se dictaminó que presentaba un cuadro severo de depresión.
Obviamente no se le aplicó ninguna penalidad, pues ninguna autoridad quiso interponer una denuncia en su contra por toda la movilización que provocó y la conducta por sí sola no implica un delito.
El caso duró en los medios de comunicación varios días y la gente tuvo presente el caso por mucho tiempo, ya que se evidenció la falta de especialistas (negociadores o manejadores de crisis), preparación y recursos para atender este tipo de situación, deficiencias que el mismo gobierno estatal reconoció.
Por otro lado, el caso destacó porque a pesar de todas las debilidades se demostró la participación ciudadana, pues una gran cantidad de personas no se quedaron como meros mirones, sino que buscaron apoyar a los rescatistas durante las maniobras.
El caso de “Hipólito” o “Polo” también fue tomado con humor y se hicieron chistes al respecto, muy al estilo de nosotros los mexicanos que regularmente nos reímos de las tragedias o de los momentos de tensión.
El tiempo pasó y de Hipólito ya no se supo nada.
Por desgracia se han seguido presentando casos de este tipo, en los que por diversas causas algunas personas buscan acabar sus problemas acabando con su vida.