El virus del SIDA se convirtió rápidamente en una palabra que causaba terror y en 1990 se dio una triste noticia sobre esa enfermedad en Nuevo León: un niño de 2 años estaba contagiado.
Chuyito: el primer niño contagiado de SIDA en Nuevo León
“Nacido para Morir” fue el título de una nota que se publicó en el periódico El Norte el 9 de junio de 1990, firmada por el periodista Juan José Coello.
En ella se relataba el terrible drama que vivía una familia de Escobedo. Y es que tras varios meses de problemas de salud, a un niño de 2 años de edad y a su madre fueron diagnosticados con SIDA.
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Un terrible accidente médico
Todo surgió en abril de 1984, cuando la señora Blanca Aguilar dio a luz a su cuarto hijo. Dos semanas después del alumbramiento, la habitante del municipio de Escobedo comenzó a tener fuertes hemorragias producto del parto, por lo que tuvo que ser hospitalizada de nuevo en la Clínica 6 del IMSS localizada en el municipio de San Nicolás.
Tras la pérdida de sangre, los médicos decidieron hacerle una transfusión a la señora Blanca, pero lo que nadie sabía es que la sangre que le transfundieron estaba contaminada con el virus del VIH.
El tiempo pasó, la señora Aguilar se recuperó y siguió su vida normal, aunque poco a poco su estado de salud fue mermándose. Los dolores de cabeza, “cuerpo cortado”, episodios de fotofobia y cansancio generalizado se fueron haciendo la constante.
Los problemas económicos también estaban presentes en esa familia, pues el esposo de Blanca tuvo que dejar de trabajar en 1987 tras sufrir un severo problema en su columna vertebral, manteniéndose con una pensión mensual de 211 mil pesos mensuales de ese entonces.
A pesar de eso la señora Aguilar en 1988 se volvió a embarazar y su salud seguía mermándose sin tener una explicación respecto a las causas de sus malestares, aún no sabía que el VIH estaba destrozando su cuerpo.
Finalmente a las 15:45 horas del 7 de marzo de 1988, Blanca Aguilar dio a luz a “Chuyito”.
El bebé nació en aparentes buenas condiciones, pues pesó 3 kilos 425 gramos y medió 50 centímetros, únicamente presentó un cuadro de ictericia, el cual le fue tratado sin mayores problemas.
Todo transcurrió con normalidad durante los siguientes 2 años, salvo los constantes problemas de salud de la madre de familia, los cuales fueron controlados con medicamentos o remedios caseros.
Sin embargo en marzo de 1990 el estado de salud de Chuyito colapsó, al igual que el de su mamá.
Blanca sufrió de una especie de fiebre tifoidea que le provocaba hasta 25 evacuaciones por día, mientras que el bebé presentaba fuertes diarreas, fiebre y convulsiones.
Ambos fueron hospitalizados y sometidos a diversos estudios y tratamientos, pero todo seguía siendo un misterio, en tanto la señora Blanca estaba grave pero estable, mientras que el bebé esta en estado crítico pues no podía ingerir alimento, lo que le provocó una grave pérdida de peso.
No fue sino hasta el 18 de mayo de 1990 cuando el personal médico confirmó la causa de los males de madre de hijo: era el temible virus del SIDA.
La investigación de los médicos apuntaba a la transfusión de sangre que la señora Aguilar recibió en 1984, la cual al parecer había sido donada por un portador del VIH (recordar que en ese entonces había mínimos controles en el manejo de sangre) y posteriormente la madre le contagió el virus al bebé in utero.
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El cuadro médico de Chuyito empeoró, pues adquirió neumonía y continuaba rechazando todo alimento y líquido.
La agonía del pequeño terminó el 11 junio de 1990. Ese día falleció Chuyito, en brazos de su madre en una habitación de la Clínica 6.
De ahí vinieron momentos igual de difíciles, pues ninguna funeraria quería darles el servicio funerario para evitar algún escándalo o posible contagio.
Finalmente una empresa aceptó darles el servicio a medias, solo metieron el cuerpo en un cajón sellado y nada más, el velorio se tuvo que hacer en el domicilio.
“Tengo deseos de vivir, quién va a querer morirse, tengo mis hijos y un esposo qué cuidar”, declaró la señora después del sepelio de su pequeño hijo.
La señora Blanca recibió un tratamiento especializado para combatir los efectos del virus del SIDA, específicamente se le dio Aciclovir, sin embargo su nombre no volvió a salir en los medios de comunicación, por lo que se desconoce cómo fue su futuro.
Sin duda alguna esta es una de las historias más tristes del Nuevo León moderno, la cual sirvió para sacar a la luz esa terrible enfermedad y para hacer mucho más estrictos los protocolos de bioseguridad en el manejo de sangre.