En el cuadrante de las calles Arista, Isaac Garza, Dr. Coss y Jerónimo Treviño, en el Centro de Monterrey, se encuentra una plaza que aún guarda rasgos de una belleza que le fue arrebatada: La Plaza del Chorro.
Este espacio público data de 1868, año en el que fue construido bajo el nombre de Plaza General Treviño, para honrar al general neoleonés Jerónimo Treviño, quien participó en varias batallas y fue gobernador del estado.
Su creación obedeció al plan de desarrollo urbano de Monterrey, que buscaba ampliar la ciudad hacia la zona norte.
Respecto a la primera cara de esta plaza se sabe que destacaba por su arborización: era un lugar lleno de árboles, ideal para tomar la sombra y convivir con la naturaleza.
En 1912 buscaron cambiarle el nombre a Plaza Niño Artillero y el historiador Israel Cavazos mencionó que también se le llegó a conocer como Plaza Manzanillo, ya que anteriormente se le conocía a esa zona de la ciudad como Barrio Manzanillo.
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Desde ese entonces este espacio público comenzó a transformarse poco a poco, gracias al crecimiento de la ciudad y al auge industrial de Monterrey.
Poco a poco comenzaron a colocarse bancas y a ser embellecida.
Pero el elemento que la distinguió de las demás y la transformó en un lugar espectacular, llegó hasta 1932: se trata de la gran fuente estilo art – déco, corriente arquitectónica que se extendió en Monterrey desde ese entonces.
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De esa fuente surgió un potente chorro, que por las noches adquiría un aire mágico por los juegos de luces ahí colocados.
Era tan llamativa su fuente que por eso se popularizó el nombre de “Plaza del Chorro”.
De inmediato se convirtió en un punto de referencia de Monterrey, el cual ya no era visitado solo por los vecinos de esa zona, sino de otros puntos de la ciudad.
A veces se organizaban ahí serenatas, kermeses y conciertos de bandas musicales.
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Su grandeza se mantuvo por décadas, hasta que en los 90’s comenzó a dejar de recibir el mantenimiento debido.
A finales de esa década la cosa cambió, pero no mejoró, pues ahora las administraciones municipales empezaron a hacer remodelaciones que le fueron quitando su personalidad.
Todo esto terminó por transformarla en una plaza totalmente distinta, para mal. Hasta la fuente original fue mutilada y solo le dejaron la parte inferior.
El tiempo pasó y la fuente fue dejada en el olvido, ya ni agua aventaba. La Plaza del Chorro se convirtió en una plaza con una fuente sin chorro.
Hoy en día la plaza permanece como una plaza bonita, pero sin la grandeza que tuvo desde la década de los 30’s.